Un hito: una marca en piedra del punto crítico de
una frontera.
Un túmulo: una acumulación de piedras levantada
sobre una tumba o varias.
Cada piedra que levantamos es pesadez y levedad.
Pesadez: porque es un grito de dolor nuestro y de
todas, porque cada muerte es una carga más en nuestra espalda, porque a veces
es demasiado y flaquean nuestros hombros.
Levedad: porque mientras a nosotras nos aplastan
hay quienes callan. Porque no todas han podido rebelarse todavía, porque para
algunas esta acumulación no es suficiente.
Aquí la instalación de la tragedia que
es mía y de todas. Si no son suficientes para que la sociedad abra los ojos,
¿por qué somos incapaces de levantar el peso de nuestras hermanas muertas? ¿por
qué nos cuesta tanto? ¿por qué parecen al resto ser tan ligeras?
Las piedras duelen y se rompen y se
agrietan en el recuerdo, pero no estas piedras; estas piedras son memoria: la
marca de la frontera que estamos dispuestas a afrontar, una acumulación
inaguantable. Nombrar a las que ya no están es rebeldía. Año tras año no perder
la vista y no dejar que caigan en el olvido.
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